domingo, 4 de mayo de 2014

El lugar: Camerino - Entrega Final



    El camino de mi trabajo práctico fue un tanto sinuoso. El primer camerino que conseguí no me atraía. Era un camerino de televisión, muy frío, despersonalizado, mucha llave, mucho placard cerrado, mucho orden. Allí puse mi ojo, mi mirada y tome fotografías. Iba tomando forma. Luego, en una corrección, Valanci me sugirió dejar ese trabajo de lado y empezar de cero; buscar la antítesis de ese lugar.
   Conseguir otro camerino no fue fácil. Finalmente, pude entrar a uno en el Teatro San Martín, quince minutos, con el hombre que me había dejado pasar esperándome en la puerta. No fue la situación más cómoda del mundo, pero no la podía desaprovechar. En la corrección mis nuevas fotos fueron bienvenidas, había tres de esas imágenes que funcionaban muy bien y tenían potencia para armar una serie. Pero ese mismo día me respondieron un mail dándome autorización para entrar al camerino de un teatro (más pequeño) llamado Andamio 90, le comenté al docente que a pesar de la corrección de ese día quería ir al otro camerino, quizás encontraba realmente la antítesis de aquél camerino. Y así fue.
    Para la pre-entrega presenté una serie de fotos de este nuevo lugar, mucho mas ameno, mas interesante, con mas huellas. Mi docente me había hecho una corrección via mail en la que me decía, entre otras cosas, que no contara a partir de objetos, si no que me enfocara en aquellas fotos en donde la mirada se centraba mas en un punto ambiguo del espacio. Para la clase hice una nueva edición y mis compañeros estuvieron de acuerdo con lo que me había corregido. Que apuntara a aquello mas frío, quieto, que buscara esa sensación de no saber si meterme por el espejo, de curiosidad, y sin mostrar todo, sin ser obvia (lo que parecía mostrarse en las dos fotos que quedaron de la pre entrega, la 1 y la 4). También le mostré mis fotos a otra docente, Chali, a quién le comenté lo que había corregido en mi comisión, con lo que coincidió y me ayudó a seguir encontrando mi camino.
   Volví a ir a ese lugar, pensando en lo que me habían aportado entre todos. Tratando de no irme a los objetos en si, tratando de sentir ese lugar, contar con el espacio, sugerir. Al principio sentí una voragine ¿a qué le saco, a qué le saco?" estaba ansiosa. Luego logré relajarme, comenzaron a llegar los actores para ensayar, cantaban por los pasillos, me saqué la presión de encima y, de a poco, fui encontrando lo que buscaba.
    En conclusión, me pareció muy importante poder corregir cuantas veces fuera posible y con cuantas personas fuera posible. Yo creo que todas las personas nos pueden aportar algo, aunque sea una mínima palabra, siempre ayuda. También me asombró mucho ver el crecimiento de mis compañeros clase a clase, fue un ascenso muy rápido en su forma de mirar y contar. Entre las correcciones y las teóricas, de a poco, fuimos cambiando nuestra manera de mirar y, en algunos casos, dejamos que el ojo nos traicione.


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